El lenguaje del vino | Alva Sueiras
- alvasueiras1
- 30 oct
- 2 Min. de lectura

Una de mis cruzadas en materia de vinos ha sido, desde un principio, la promoción de la variedad y de los atributos locales. Por eso, siempre que veo una carta que adolece de esta particularidad, no puedo evitar comentarlo, con respeto y cariño, con el dueño o encargado. Cuando el Hyatt Centric Montevideo –casa amiga– abrió Rústico Wine Bar, Pablo Cittadino, responsable de alimentos y bebidas, me convocó para concretar mi reiterado discurso en forma de propuesta. Fue ahí que encontré una oportunidad única para poner en práctica otra teoría que me acompaña desde hace años y que me llevó a cursar sommellerie en la Facultad de Química. El vino puede ser comunicado de una forma distinta, alejada de tecnicismos, esnobismos y protagonismos, en un lenguaje llano y asequible, muy de andar por casa, para que el común de los mortales se acerque a ese milagro líquido sin miedos ni sentimientos inducidos e intimidatorios de inferioridad. En mi opinión, más o menos acertada, quien habla desde una supuesta erudición busca más alimentar su ego y hacerse notar que comunicar, acercar o enseñar. En mi experiencia, en cualquier disciplina, los más grandes, los que más saben (que no es mi caso, aclaro) son los más sencillos, los más humildes y los más accesibles.
Con la asociación de estas dos narrativas en las que hoy creo fielmente (mañana dios dirá) y con la oportunidad que me brindaron los amigos de Hyatt, nacieron estas catas lúdicas que han buscado acercar el vino sin complejos ni tecnicismos, sin esnobismos, protagonismos ni alimentos para el ego. El vino ha sido el hilo conductor para hablar tentacularmente de muchísimo más. Ayer cerramos la temporada con la casa explotada y muchos clientes reincidentes que han encontrado en esta mesa corrida de un solo tronco, un espacio orgánico de divertimento, buenos alimentos, buenos vinos, intercambio, fraternidad y relatos fuera del guión oficial. Hemos reído, hemos disfrutado, hemos charlado y hemos aprendido, porque el vino y la mesa, como la vida, puede y debe ser divertida.
14 catas, 70 platos, 46 vinos y 252 comensales después, solo me queda agradecer al equipo al completo del Hyatt por su respaldo, profesionalidad y cariño, así da gusto trabajar. También a los comensales por la confianza, la reincidencia, el jaleo y la complicidad. En esta mesa ha nacido una nueva familia que tiene por consigna disfrutar.
Gracias muy especiales a Pablo, Gastón, Cami, Ángel, Tracy, Pablo, Karen, Patricia y a todos los que conforman ese equipazo de alimentos, bebidas y aledaños que han conseguido, con sus sonrisas por bandera, que todo saliera genuinamente genial. También y muy especialmente a Joaquín Trinidad y a Mati por el precioso trabajo audiovisual. Y, por supuesto, a todas las bodegas uruguayas convocadas que se han sumado con alegría a participar: Cofradía de la Sierra, El Legado, Bracco Bosca, Antigua Bodega, Varela Zarranz, Pizzorno, Pisano, Viña Progeso, Viggiano, Cantera Montes de Oca, Casa Grande, Cerro Chapeu, Bresesti y Marichal. En la temporada próxima, si todo sale bien, volveremos con mucho más.




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